Ante los colapsos: alegría, amor, colectivización, utopías y determinación.
Acogemos la transición ecosocial como una tierra fértil: un camino de transformación desde las formas de relación, de los “cómo” más allá de los “qué”.
Un conjunto de vínculos que configuran un nuevo imaginario utòpico per a poner la vida, en su sentido más amplio, en el centro.
El punto de partida… común?
No hace falta esperar. Convivimos en una crisis que lo está transformando todo.
El colapso de lo Antropocé se está dando en estos momentos, fruto de la intersección de las múltiples crisis de la modernidad globalizada: de la desigualdad, de la violencia heteropatriarcal, de las emergencias ecológicas y de biodiversidad, de los conflictos por el control de los recursos materiales, del sueño crecentista, de las renovadas formas de colonialitat, de la mercantilización del saber y de la educación, de la cultura digital, entre otros.
De manera evidente, hoy en día es indiscutible el hecho que los países de los nortes globales, que se han enriquecido y sobredesenvolupat a costa de empobrecer, condenar y someter en las regiones y culturas de gran parte del planeta, tienen una responsabilidad encima estas brechas.
A los suds globales, procesos esenciales para el sostenimiento de la vida como la promoción de la salud y la protección frente a enfermedades, la alimentación o la vivienda están en riesgo. En los territorios más opulentos, los impactos en la salud emocional parecen la voz de alarma más obvia de los primeros síntomas de desequilibrios más profundos como el secuestro de nuestra atención, el olvido de la historia colectiva y las culturas resilientes, la disminución radical del tiempo libre, la hipermovilidad, las crisis espirituales, la distopía de imaginarnos separadas de la natura, etc.
Detrás unos y otros, encontramos las mismas causas estructurales que alimentan el imaginario distópico del desarrollo, necesidades, crecimiento y consumo infinitos.
En este contexto, muchas de las personas que hay detrás de los roles con poder de decisión, reconocen a sus instituciones como desnudadas de humanidad, inteligencia, conciencia o capacidad de liderar un giro de la magnitud necesaria. Se perpetúan como contextos de supervivencia personales, infundiendo desorden y desigualdad a todos los niveles.
La hegemonía no está suponiendo ya un campo de imposición tranquila. Existen luchas, heridas y violencias en todos los ámbitos de la acción humana.
Acogemos la transición ecosocial como un camino de transformación desde las formas de relación, de los “cómo” más allá de los “qué”.
Nuestra transición ecosocial
Desde el anterior diagnóstico, pensamos que, por un lado, tenemos que entrenar nuestra mirada para comprender y asumir cuáles son los ejes opresivos con mayor agencia. Para nosotros, el patriarcado, el capitalismo, la dictadura digital y las nuevas y antiguas formas de colonialismo configuran una máquina que acaba para destruir las capacidades de regeneración de los ecosociosistemas, mediante el impacto en las maneras en las cuales nos relacionamos. Es desde esta mirada, de revisión de nuestros privilegios y de transformación del “cómo” más allá del “qué”, donde arraigamos nuestra propuesta de transición ecosocial.
Para llegar aquí, ha sido imprescindible hacer este ejercicio de aprendizaje e indagación alrededor de las múltiples narrativas que vienen desde las calles y la academia, para aterrizar una definición de transición ecosocial que supusiera un marco teórico útil y alentador para todas y aterrizado a las posibles transiciones en el contexto de las Islas Baleares.
Así, hemos hecho un largo viaje por las fortalezas y las debilidades de los ecosistemas locales, llegando al hecho que puede ser clave reinventar y regenerar nuestras formas de relación, sin tener que crear nada nuevo. Revisar la relación con nosotras mismas, con nuestras vecinas y comunidades y con nuestros entornos. Tener cura de los vínculos locales, de iniciativas descentralizadas y con conciencia más allá del que es global, es decir, que tienen una mirada (eco)sistémica, que operen al margen de los flujos del capital.
Apostamos, por lo tanto, para entrenar una mirada más holística de la transición, que abandone los discursos de lobbies intelectuales y se defina desde la práctica y los saberes experienciales, más rebelde frente a las hegemonías opresoras.
Conscientes del uso limitado del lenguaje y de las palabras, hemos escogido cuatro principios que, a pesar de ser términos bastante trillados por algunas de las narrativas actuales, funcionan aquí como recipientes de experiencias, vivencias, colaboraciones, malestares y alegrías que habitan adentro de nuestros cuerpos.


Estos cuatro ejes están íntimamente relacionados, e incluso, son indisociables.
Desde aquí se desprenden otros muchos paradigmas y relatos de transformación, como por ejemplo la justicia ecológica y social, la soberanía comunitaria y la autogestión, la ética de las curas, la economía social y solidaria, la salud comunitaria, la coherencia de políticas, la interdependencia, la Ética del Buen Vivir, etc.
Suponen para nosotros un marco referencial en calidad de brújula e identidad, del cual ir aprendiendo en clave dialógica. Esperamos que impregne todos los espacios y procesos colectivos a La Utópica, que ayude a construir relatos consistentes que hagan creíbles los cambios en la escala necesaria y que predispongan de manera radical a la sociedad a asumirlos.
Un marco que ya ha dejado muchos y profundos aprendizajes en el proceso de construcción entre nosotras.

Cuidados colectivos
“Mientras que una ética de la justicia es baza en la premisa de la igualdad, una ética de la cura se basa en la premisa de la *noviolència estructural, ecológica y social, desde la cual nadie tiene que quedar herido.”
C. Gilligan
La colectivización de los cuidados es sinónimo de cuidar de la vida en comunidad. Desde una interdependencia y apoyo mutuo entre personas o colectivos. El beneficio común implica construir culturas regenerativas y una justicia ecológica y social. Así mismo, desde un prisma holístico, las curas contemplan la garantía de los derechos humanos: derecho a la vivienda; disfrutar de un entorno saludable; la soberanía comunitaria, etc.
Históricamente las curas han sido los saberes de las mujeres.
Hay que transcender estos saberes y caminar hacia una redistribución de las tareas de cuidados a nivel local y a erradicar las violencias estructurales desde una perspectiva interseccional. Es decir, que integren una mirada crítica respecto a todas las formas de capitalismo, postcapitalismo, el neo-colonialismo, la neo-dependencia, el capacitismo, la perspectiva cis-hetero-patriarcal, etc., y como éstas se interrelacionan configurando sistemas de opresión complejos.

Cooperación transformadora
“La cooperació transformadora no cerca als països del Nord la referència del model de desenvolupament, sinó que hauria de cercar a les alternatives que estan articulant moviments socials i populars, tant al Nord com al Sud. (…) Es construiria una globalització des de baix, com a forma d’expressió de solidaritat i per la pràctica de noves formes de ciutadania i democràcia”
S. Belda, A. Boni i F. Sañudo.
Las múltiples crisis que afrontamos en la actualidad piden un nuevo sistema de relaciones que rehuya el verticalismo y la unidireccionalidad vigentes para construir lazos de interdependencia a nivel global-local. Así, la justicia social exige un reconocimiento y reparación de las vulneraciones y opresiones occidentalistas y neocoloniales, y apela un trabajo desde la responsabilidad potenciando el poder transformador de la comunidad. Todas las acciones transcienden, y responsabilizarse de esta trascendencia por el bien común impulsando la transformación social a escala global, es esencial.
La cooperación transformadora nos lleva al reconocimiento de las voces y los saberes de los pueblos originarios, personas y comunidades históricamente ninguneadas; a aprender maneras de pensar y valorar la sostenibilidad desde una perspectiva decolonial y a apostar por una ciudadanía global crítica, que conviva y se enriquezca en la diversidad.

Ecofeminismos comunitarios
“El territorio y el cuerpo de las mujeres son el campo de batalla y, a su vez, de resistencia. Nuestra prioridad es poner en el centro la vida, la espiritualidad, no solo la nuestra, sino las de una humanidad que naufraga.“
L. Cabdal
Desde el ecofeminismo comunitario, que integra la interdependencia, la ecodependencia y la implicación de la comunidad y las economías propias como factor indispensable por la transformación social, valoramos los cuidados y la relación con el entorno natural por encima del progresismo capitalista, patriarcal y clasista que impulsa un sesarrollismo-extractivista-intensivista.
Así, damos la bienvenida a prácticas regenerativas, procesos participativos y a las economías propias que tengan como objeto y sujeto de cambio la comunidad. Prácticas que si bien forman parte de los saberes ancestrales de las mujeres -ninguneados históricamente-, hay que transcender a todos los ámbitos de la vida humana y natural. Así, los procesos de producción beben de los procesos de reproducción hacia un abastecimiento no acumulativo y respetuoso con los cuerpos y el territorio.

Decrecimiento y saberes populares
“Existen seis verbos clave para conseguir la autogestión: decrecer, *desurbanitzar, destecnologizar, despatriarcalizar, descolonizar y descomplejizar nuestras mentes y nuestras sociedades”
C. Taibo.
Ante escenarios de colapso ecológico y social, paralelos a un reto demográfico, el decrecimiento y la recuperación y valorización de saberes populares se acontece no como una opción, sino como una condición necesaria.
Priorizar las tareas reproductivas frente a las productivas y la competitividad; el ocio creativo y comunitario frente al consumismo; trabajar una implementación de un uso de los tiempos en sintonía con la vida en el ámbito de los procesos productivos, administrativos y en la movilidad; la relocalización frente a la globalización y la recuperación de los saberes populares, antiguos y contemporáneos que conducen a una mayor resiliencia, todo esto es para nosotros el marco del decrecimiento. Dotar de sentido el ‘buen vivir’ desde la sostenibilidad, cuidados intra e interpersonales en armonía con los ritmos de la natura. La autogestión y la vida comunitaria a escala global.